Hoy, 18 de abril, es el día en el que ICOMOS nos invita a dirigir la mirada a los Monumentos y Sitios de Patrimonio; en este año 2012 este día está dedicado, además, al Patrimonio Mundial porque se cumplen 40 años desde la creación de esta denominación por la UNESCO para distinguir aquellos lugares más representativos de la Historia de la Humanidad y que consideramos que deben ser protegidos como parte del patrimonio común a todas las personas.
Desde 1985 la cueva de Altamira está incluida en la Lista de Patrimonio Mundial como uno de esos lugares en los que se conserva la expresión de nuestra memoria más remota. Y es que lo importante sobre los monumentos son las personas que los crearon, los habitaron y compartieron. Si el arte es una manera de entender y explicar el mundo que nos rodea, de poner orden en los fenómenos y acontecimientos que forman nuestra realidad cotidiana o los momentos especiales, entonces, podemos intuir que las imágenes acumuladas durante 20000 años en la cueva de Altamira simbolizan algunas ideas importantes para las personas en el inicio de nuestra Historia, cuando vivíamos en cuevas y nos alimentábamos de lo que cazábamos y recolectábamos.
En Altamira aquellas personas representaron animales de su entorno que conocían bien, pero no necesariamente los más abundantes ni los más cazados y consumidos. El bisonte es el animal más representativo en el arte de esta cueva que estuvo habitada por cazadores especializados en la caza del ciervo. En realidad, todo lo aquí representado son símbolos: el bisonte no representa al bisonte, sino a los valores atribuidos a ese animal o ideas asociadas a él en el imaginario colectivo de las personas del Paleolítico.
En los bisontes de Altamira reconocemos a artistas geniales por la belleza de los bisontes, su fuerza y corpulencia, que nos permiten imaginar la imponente presencia de estos animales en el paisaje. Son bisontes geniales por la precisión de los trazos y la minuciosidad de los detalles, o por la capacidad de sintetizar en pocos trazos los rasgos más característicos del animal. Reconocemos a artistas geniales en el uso de pigmentos naturales, ocres y negro, y de las formas de la roca. Su capacidad de expresión plástica no deja de maravillarnos y sorprendernos cada vez que contemplamos su creación.